Creo, de corazón, que los seres humanos ya no saben de qué
quejarse.
Partamos de la base (de que la gente es pelotuda):
Que yo crea que la marihuana debería ser legal, no significa que crea que esté
perfecto que cualquier persona la consume o que vaya por la vida regalándole
porros a la gente y diciéndoles ‘dale, fumá, te obligo’. Que yo crea que el
aborto debería ser legal no quiere decir que crea que abortar está bueno y que
todas las mujeres deberían hacerlo. Que yo crea que el matrimonio igualitario
está perfecto, no quiere decir que crea que todos debemos volvernos gays y
casarnos entre personas de nuestro mismo sexo.
Yo creo que la gente debería aprender a tener argumentos reales a la hora de
debatir algo, y no ir por la vida gritándole a los demás qué debe hacer y qué
no. Si bien ‘libertad’ es un concepto relativo, creo que todos somos
relativamente libres de manejar nuestras vidas a nuestro antojo mientras no
jodamos al otro. Y YO NO TE JODO SI ME PRENDO UN PORRO, TENGO UN ABORTO Y ME
CASO CON UNA MINA. Por ahí a la gente más conservadora le parezca algo
horroroso, al igual que los piercings, los tatuajes y el pelo teñido de
colores, pero es mí cuerpo y es mí vida y no tienen por qué afectar a nadie
más. Si le molesta, no mire. Métase en su propia vida y si es tan poco
interesante como para provocar que se meta en las de los demás, busque algo
para hacer, cambie la rutina, VIVA, SEA FELIZ. El mundo puede ser algo hermoso
si dejamos de quejarnos y nos dedicamos a vivir.
Mi hippie interior quiere que fumemos todos de la pipa de la paz.-